miércoles, 9 de enero de 2019

Una orquesta prehistórica

El doctor Carlos Lumboltz, conocido explorador de México, recogió entre otras cosas en las cercanías de Itzlau la curiosa serie de figuras de barro, efigie parlante de las aficciones filarmónicas del antiguo pueblo Tarasco.
Las piezas fueron halladas en una cripta abovedada.


En su conjunto representan una orquesta, probablemente de sacerdotes en pleno desempeño de sus complicados rituales para aplacar con sus cantos las iras de sus dioses, siempre terribles y exigentes. El sacerdote de bonete punteagudo y sentado a la usanza oriental, canta y lleva el compás golpeando las manos.


El otro con una extraña diadema se acompaña también sacudiendo un sonajero. Dos músicos con pulseras en los brazos y grandes aros en las narices, tañen caparazón de tortugas con un pedazo de cuerno de ciervo. No menos interesantes son los que hacen vibrar vasijas pasandoles las manos sobre el borde.

Fuente: Caras y caretas 1906 9(378)

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