jueves, 8 de enero de 2009

Los argentinos discriminamos a las personas por su origen? (7)


La bienvenida


-Fíjese, viejo... pero hagasé el que no mira, pa que no coceen... Ha é ser triste la llegada a tierra extraña y sentir que lo estan filiando, no?... Y de ande vendrán todos estos?
-Parecen italianos por la cachorrada y los paragüas... Ha visto? Un italiano podrá llegar sin saco ú talvez sin sombrero, pero de fijo trái su paragüita abajo el brazo... A la cuenta crén que aqui no vivimos sino mojaos y se vienen prevenidos...
-Ese friolento, medio recortao, que está' hi junto a las canastras ha é ser el marido d' esa grandota con trazas de capataza... ¿Qué quiere apostar a qu' ese tiene almacen p' al año que viene?... Vealó: tiene ojos de codicioso y de aporriao por la mujer... Mire, amigo!... Sabe porqué se hacen ricos estos bichos?... Pues es por que les obedecen a las mujeres, que no saben sino juntar pesos y criar muchachos... cuando acuerdan son cincuenta los que tiran p' al monton...
-Qué me vá' decir, amigo! Vea. Vez pasada dentré a trabajar en el Rejuardo y conocí en la fonda ande almorzaba un muchacho lavaplatos que era la roña andando... ¿Quiere crér que un buen día, ansi en silencio no más y casi hasta sin lavarse la cara, salió comprando la casa?... Qué le parece?
-Sería ligero p' al cuchillo el hombre y encontraría carne blanda...
-No, señor! Era superior el muchacho... Lo que hay es que había tenido un enjambre d' hermanos y que a la madre le gustó la bolada y los metió a toditos en el asunto...
-Y decir, amigo, que nosotros los criollos que nos crémos tan vivos y tan civilizaos no vamos sino reculando, no? Porque, mire, cada barco d' estos que llega al puerto trái de todo: áhi vienen maridos pa las hijas de familias ricas, patrones pa las casas de comercio, estancieros que no sabrán lo qu' es un pingo, pero que harán galopiar a su pionada, y sinfin de pajarracos desplumaos que pronto se pondrán desconocidos...!
-Sin ir más lejos ahí tiene al finao mi abuelo que dicen qu' era genovés. El hombre llegó con lo puesto y se metió de albañil ó qué sé yo, el hecho es que dejó platita, casas, terrenos y el diablo también, porque lo dejó a mi padre que a los cinco años andaba poco menos que atorrando, asigún me ha contao mi madre... Yo he observao, amigo, qu' éstos vienen y amontonan y se apuran, pero despues cáin los hijos que se ocupan en desparramar como con rabia...
-Claro! Ahi tiene al de las canastras que usté dijo, fijesé con los ojos que mira a la ciudá... Parece que anduviese buscando las casas que vá' comprar y ya verá como las halla y cómo todos esos pergenios que trái criando lo ayudan a' montonar... Pero despues va' ser el baile que no veremos ni usté ni yo.
-Quien sabe...! Acuérdesé de que los criollos somos como los duraznos: nos conservamos en caña. Creamé lo que le vi' a decir, aunque paresca macana... Yo era más viejo hace diez años que aura y más sonso también. Me sabía venir aquí al puerto, ¿sabe a qué?... a insultar a los inmigrantes que llegaban y ellos como no m' entendian le jugaban risa. Después dentré a trabajar en la descarga y poco a poco les fui tomando cariño, porque cuántos más llegaban más pesitos embolsicábamos nosotros y hasta llegué a' cordarme de que mi abuelo también había sido d' ellos...
-Y ansina no más es la cosa, pues! El hombre, amigo, juja de la vida asigún está de comida... ¿no le parece?


Fuente: Fray Mocho(1900). La bienvenida. En: Caras y caretas, 3(94).

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