Los indios ranqueles ... (continuación)
Antes de las últimas expediciones, el ejército ranquel apenas alcanzaba a 500 lanzas, el cual sin embargo ha exigido a la Nación, un poderoso ejército extendido desde Mendoza hasta Santa Fe, cubriendo a Córdoba y San Luis, porque estas cuatro provincias son el teatro de sus sangrientas correrías.
Los ranqueles como los puelches, son grandes salteadores y obedecen a los mismos instintos salvajes; pero sus caciques son más leales que los otros pampas. Desde 1874, por ejemplo, los ranqueles no invaden, en cumplimiento de tratados celebrados con el general Roca, tratados que acaban de ser renovados en Buenos Aires. El cacique de Leuvucó, ha tenido la lealtad de dar aviso de algunas invasiones y a veces ha armado partidas de sus indios para castigar a los capitanejos desobedientes que roban en la frontera. La índole de estos indios en cuanto a sus relaciones con el Poder Público, era por consiguiente menos perversa que la de los pampas. Sin embargo, en 1878, mataron nueve vecinos, violando la paz, y esa fue la señal dada al ejército que ha aniquilado su poder.
Todavía reside en Buenos Aires, el joven indígena Mariano Rozas, sobrino carnal del soberano de los ranqueles. Este joven, de quien ya hemos hablado, es alumno del colegio nacional y se educa por cuenta de la Nación con bastante aprovechamiento. Ultimamente ha recibido carta de Leuvucó, que hemos tenido a la vista, en las cuales le dice Epumer Rozas que desea mandar algunos jóvenes indígenas para que se eduquen en Buenos Aires.
Epumer Rozas ha sido capturado en momentos en que damos a la prensa este libro, en el paraje llamado Nahuel Mapú.
Fuente: Zeballos, E.S. (1878) La conquista de quince mil leguas.
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