sábado, 8 de noviembre de 2008

Incidente entre colonos extranjeros e indios (VI)

VI
Mientras todo lo que hemos narrado ocurría, el gobernador Cabal llegaba a San Carlos el 18 de octubre a la madrugada, con las fuerzas a su mando, que oscilaban alrededor de 600 hombres. Hay que dejar constancia, también, que el señor Cabal había recibido en Santa Fe noticias inciertas, por las que se hacía aparecer a los colonos como amotinados contra la autoridad legal; pero el señor Lubary se encargó de disipar tal prevención, explicándole al gobernador la verdad de los hechos.
El señor Cabal trató, entonces, de calmar los ánimos excitados y de conciliar todo por medio de la razón. Los colonos depusieron las armas sin resistencia. Los de Esperanza recibieron orden de regresar a sus casas y en cuanto a los indios, su llegada a la colonia, cuando ya estaban las fuerzas del gobierno, provocó una alarma y cierta confusión. Solo al tino y a la serenidad del gobernador, del coronel Rodríguez y de algunos otros jefes y personas, se debe el haber evitado un conflicto, que hubiera tenido lamentables consecuencias.
Juntamente con los indios que llegaro el 18 a las 4 de la tarde, más o menos, venía el hijo del coronel Denis. "El hijo del coronel Denis, -dice una carta de aquella época-, se presentó delante del señor gobernador con mucha calma y decencia, diciendo que no quería que se vengase la muerte de su padre y solo pedía justicia para ella y que por otra parte él se comprometía a perseguir y entregar a los asesinos del señor Lefébre".
El gobernador contestó, que así se haría, y entonces el hijo de Denis y los indios se retiraron ordenamente.
Después de efectuadas las averiguaciones pertinentes, fueron enviados a Santa Fe seis colonos como autores principales en el lamentable asunto de "El Sauce". El gobernador de la provincia, logró tranquilizar los ánimos, quedando restablecido el orden y al despedirse de la colonia dio una proclama, que está fechada en la misma el 20 de octubre de 1869.
Dice la proclama: "El Gobernador de la Provincia al pueblo de la Colonia San Carlos. Conciudadanos y extranjeros: El doble crimen de que habéis sido testigos y víctimas a la vez y que ha conmovido tan hondamente al pueblo de la provincia: el asesinato horrible de la honrada familia Lefébre, y el asesinato igualmente horrible del coronel Denis, me trajeron a vosotros con el objeto de prevenir por los medios que la autoridad pone en mis manos, las funestas consecuencias de aquel doble crimen que amenaza hundir en la desolación y la ruina esta Colonia; al mismo tiempo que con el de asegurar el castigo a sus autores, aprehendiéndolos y entregándolos al fallo de los tribunales que habrán de penar tan escandalosos atentados".
Después de algunas consideraciones circunstanciales, se dirige a los colonos. "Al pisar el territorio de la Provincia-les dice-, que os dispensa hospitalidad, que os recibe con los brazos abiertos como a sus propios hijos, que os iguala a éstos en todos vuestros derechos, cobijándoos con sus instituciones, las más liberales del mundo, habéis contraído el sagrado deber de respetar sus autoridades y de someteros a las leyes del país. El crimen cometido en la persona del coronel Denis es un doble crimen contra la autoridad de que han prescindido sus autores y contra las leyes del país que os presta generosa acogida; y el Gobierno que ha sabido salvaros de los compromisos creados por aquel atentado, no lo olvideis: tiene medios y voluntad de obligaros al cumplimiento del primero de vuestros deberes".
Hecha esta advertencia a los colonos, se refiere luego a los ciudadanos y al hacerlo les dice "que el extranjero que pisa nuestro territorio, es nuestro huésped, a quien debemos todo género de protección, y cuyos derechos deben sernos igualmente sagrados. La Constitución igualándole a nosotros le ha hecho nuestro hermano, suprimiendo esas diferencias de fronteras, de razas y colores que son desconocidas en el suelo de la Patria. El crimen de que ha sido víctima la honrada familia Lefébre, es un crimen de que todos debéis avergonzaros porque se refleja en todos y cada uno de vosotros".
"Mientras los tribunales de la Provincia castigan aquel crimen con arreglo a nuestras leyes, el Gobierno, ¡tenedlo entendido! está dispuesto a hacer respetar al extranjero que pisa nuestras playas y cuenta para ello con los medios y la voluntad de obtenerlo".
Termina esta proclama manifestando a argentinos y extranjeros que habiéndose restablecido el orden y renacido la calma, se procedía a disolver las fuerzas que habían concurrido al lugar de los sucesos y les exhortaba a una perfecta armonía.

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