"Ni el matrero de nuestras pampas, ni el bandido de los campos chilenos, tienen en la actualidad lugar apropiado para ejecer sus fechorias, debido a la activa persecucion que ejerce sobre ellos la policia rural.
El gaucho alzado que en otros tiempos asolaba la campaña e imponia tributos a sus pobladores, como el guaso del otro lado de los Andes que en mancomun con varios bandidos exigia la bolsa o la vida al desgraciado que tropezaba con ellos, desaparecieron por siempre de los anales del delito, la civilizacion los ha absorbido, matando puede decirse el germen de tan dañina casta.
Ni el remington sin caño ni culata, que el roto llama recortado, ni el trabuco de los Moreiras, armas predilectas de esos bandidos por poder usarlas de a caballo, pueden hoy nada ante el mauser de nuestros vigilantes. Aun les queda a aquellos el corvo y a los otros la daga, pero el machete policial ha demostrado en mas de una ocasion su superioridad.
Pero como no todo puede suprimirse de pronto, aun cuenta el gaucho con un arsenal mas que respetable para defenderse, el rebenque con cabo de hierro, el cuchillo, la macana y las bolas perdidas, que el matrero protege con alambre para que no se le corten con el cuchillo, son armas que maneja con destreza y que tienen una considerable participacion en la historia del crimen.
La ciudad es la que da mayor contingente de asesinos y ladrones, debido en gran parte, a la acumulacion de elementos heterogeneos que acuden de todo el globo a establecerse en un pais rico como el nuestro.
El compadre raro es que use otra arma que el cuchillo, pero algunos llevan revolver, lo que es un lujo entre ellos; este queda reservado para los mozos bien, los que, por fortuna, tienen mala punteria. El italiano prefiere el estilete y el puñal; el español la navaja llamada de lengua de vaca; pero como la gente maleante necesita proveerse de cualquier clase de armas, usan indistintamente, la navaja de afeitar y la trincheta. El caso es llevar algo con que hacer frente al enemigo, debiendo advertir que el enemigo son ellos mismos, aunque se imaginen otra cosa.
Fuente: Caras y caretas 1905 8(339)
No hay comentarios:
Publicar un comentario