lunes, 12 de septiembre de 2011

Leyenda quechua

Una ñusta vive en el cielo por orden de Viracocha. El dios la ha provisto de una pirgue (botija) llena de agua, para que distribuya su contenido sobre los campos cuando lo necesiten.El agua de la botija se derrama sobre la pampa rupai (campo ardiente), sobre el guabay (árbol), sobre el runa (indio), y todos lo agradecen a la bella Ñusta. "El Viracocha amado -para ese oficio- te puso en lo alto", le cantan.
Pero el hermano de ella que es aún un johaya (niño que crece, jovencito), siente placer en molestarla y muchas veces le rompe el cántaro. El wakkai (llanto) corre entonces en abundancia y así se produce la lluvia torrencial que no cae sola, sino acompañada de luces y estruendos, de relámpagos y truenos, de rayos terribles.
La yurajg (blanco) y lo suave es propio de doncella; por eso Viracocha ha puesto en manos de la Ñusta el granizo, la nieve y la lluvia. En cambio, el trueno, el relámpago, el rayo, son manejados por un varón, el hermano de la Ñusta, pues son más propios de la modadlidad masculina.
Así viven estos dos hermanos en el Hanajgpacha (cielo) por orden de Viracocha.

Fuente: Vilafañe Casal, M. Salinas y lluvia. En: Revista Geográfica Americana 1945 23(141)

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