jueves, 18 de agosto de 2011

La medicina en la Conquista del Desierto

En 1879, el doctor Coni renovó sus críticas al Ministro de Guerra:
"Nuestro cuerpo Médico Militar, con excepción de cuatro o seis médicos que moran en los Hospitales Militares de la ciudad, se compone de estudiantes de medicina más o menos aprovechados y de médicos extranjeros, cuya competencia no es fácil apreciar porque la Comisión Médica Militar que los examina no puede ser exigente, y hay necesidad de llenar los claros con el primer hombre que quiera sacrificarse en una frontera, mal tratado, peor considerado y pagado cuando Dios quiera.
Así es como se comprende y explica fácilmente el culpable abandono en que se halla la higiene y policía médica de nuestros ejércitos. Así se explican las endemias peligrosas y las epidemias mortíferas, que casi siempre deben su desarrollo y desenvolvimiento al funesto influjo de una administración sanitaria mal atendida y peor ejecutada. No puede suceder otra cosa en una nación donde la salud del pueblo, esa suprema ley de todo país culto, está encomendada a los ignorantes, y a los legos, su parte directiva y ejecutiva. ¿Dónde están los nombres de nuestros médico-cirujanos que van a velar por la salud de nuestros soldados de campaña? ¿Dónde buscaremos sus títulos y las pruebas de suficiencia rendidas en nuestras universidades y facultades, para reconocerles el derecho de cuidar y velar por la vida de los defensores del honor y la gloria de la patria? En ninguna parte, porque la Administración Militar cree que se pueden tener médicos-cirujanos con ciento cincuenta fuertes al mes, pagaderos cuando se pueda, y además mal tratados y peor considerados, pues no existen ni reglamentos ni ninguna organización del cuerpo médico militar. Sólo así podremos explicar que existan en la frontera, cirujanos que jamás han cruzado los umbrales de nuestras universidades y facultades ni de ninguna otra parte. Este desorden parece no tener fin; sabemos que algunos médicos extranjeros han solicitado su baja del Cuerpo Médico Militar y nos consta que el señor Inspector de Armas, con pretextos frívolos, no quiere acceder, invocando leyes militares, ni existe organización, ni nada absolutamente que obligue a las partes al fiel cumplimiento de obligaciones o deberes que no estan en ningún Código estipulados.
La campaña al Río Negro, en lo que hace referencia al Cuerpo Médico, se lucirá, sin duda, por la ausencia de hombres de saber en la ciencia y arte de curar. Nuestros valientes soldados serán víctimas, pero eso nada les importará a los mandones ignorantes, que no saben apreciar y valorar los sacrificios de los médicos en los campamentos y en los campos de batalla.
Frescos están aún los recuerdos de la guerra del Paraguay; los combates y batallas del 25 de mayo, Yatay, 2 y 24 de Mayo, Itapirú, Curupaití, Lomas Valentinas y tantas otras, en que faltaron no sólo los recursos, sino los médicos inteligentes para atender a tanto pobre herido. Bueno es no olvidar que el mundo marcha, que el hombre adelanta y que la sociedad se perfecciona, que ha llegado el momento de la organización del cuerpo Médico Militar, tanto terrestre como naval, de acuerdo con los adelantos y progresos de la ciencia y la cultura y civilización, a que felizmente ha llegado el pueblo argentino. Para llenar cumplidamente las exigencias de la época, no hay otro camino, en nuestra opinión, que la organización del Cuerpo Médico Militar, y mientras no se realice, póngase al frente de las divisiones que van a hacer la conquista del desierto, en la campaña al Río Negro, médicos experimentados en la difícil ciencia y arte de curar.
Al Sr. Ministro de Guerra General Roca, al Sr. Inspector de Armas, Coronel Campos, y a los Dres. Biedma y Mallo, la responsabilidad y la gloria de dar forma al pensamiento que ligeramente apuntamos"(1).

(1) Revista Médico Quirúrgica, 1879, vol. XVI, págs. 9-10.

Fuente: Gerrino, A. (1984) La medicina en la Conquista del Desierto.

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