lunes, 15 de agosto de 2011

La medicina en la Conquista del Desierto

En una Memoria geográfica de la campaña hecha en el año 1823 al establecimiento de la nueva línea de frontera de defensa al sur de la provincia de Buenos Aires, editada por la Imprenta de Expósitos, se detallan las características geográficas de la zona recorrida, indicándose también la existencia de ganado, el alimento fundamental de los expedicionarios. Su abundancia y variedad -anota Andrés M. Carretero- justifica la aparición de tantos cueros en los comercios del Buenos Aires de entonces. Asimismo, la lectura del diario permite comprender ciertas modalidades de nuestra campaña, especialmente en el ámbito sociológico, pues detalla las relaciones entre autoridad y personas, entre civiles y militares, y muy destacadamente, el vínculo blanco-indio, de tanta importancia en el curso de nuestra historia interna.
En el libro de Historia de los Premios Militares, editado por el Ministerio de Guerra (Tomo I, 53-57), figura una gratificación concedida a la división "destinada a destruir las tribus de bárbaros que invadían la campaña, sufriendo con constancia y venciendo con bizarría las privaciones de la estación y del desierto", estableciendo "el sobresueldo de doscientos pesos mensuales, durante la campaña contra los barbaros, considerada desde el 10 de octubre de 1826 al 31 de enero de 1827. Además, se premió a los deudos del "baquiano" Dionisio Morales, muerto en acción de guerra contra el indio, según decreto del 15 de mayo de 1827. Al menos, un reconocimiento oficial compensó a los esforzados milicianos pecuniariamente y el consuelo póstumo llegó a la familia del infortunado Morales.
En el período comprendido entre 1852 y 1879, el indio se desplazó invencible, orgulloso y pleno de recursos, compartiendo su peligrosidad con gauchos alzados, desertores, grupos de forajidos y bandoleros que cruzaban la cordillera escapando de la justicia de su patria. Los malones buscaban a la mujer blanca con desesperación y precisamente en La cautiva, de Cunningham Graham, el tema de las prisioneras adquiere una singular connotación, componiendo un capítulo muy urticante en la historia de nuestra soberanía (1). Idéntica problemática es considerada en Marta Riquelme, el conocido cuento de Guillermo Enrique Hudson, canonizado en el repertorio folklórico. Según versiones recogidas en ciudades pampeanas, durante el maloneo los indios rara vez bajaban del caballo; entraban y saqueaban las casas sin desmontar, arrasando con todo. Para evitar el robo de las mujeres, éstas eran atadas a sus camas fuertemente como medida de seguridad, táctica que en muchos casos dio excelente resultado.

(1) Elisa Bravo, raptada por los araucanos junto con su hija, encarnó una de las más dramáticas historias del cautiverio en tolderías. El suceso inspiró al pintor Monvoisin para realizar un óleo alegórico, que se conserva en Chile.

Fuente: Guerrino, A. (1984). La medicina en la Conquista del Desierto.


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