La seguridad, salud, instrucción y moralidad de las mujeres y los niños en los talleres han sido mis puntos de mira y consideración indistintamentes.
La más viva impresión recibida en estas visitas, por mí hechas, es la ocasionada por las malas condiciones de higiene y seguridad en que se hallan en general los talleres de confección, sobre todo los del centro de la capital, existiendo, con violación de la ley, haste de ambos sexos en la sección de trajes de sastre para señoras.
El gremio de costureras pasa por una situación angustiosa, debido a lo exiguo de la retribución que reciben, las largas jornadas a que estan sujetas en ciertas ocasiones y épocas, a lo fatigoso de la clase de trabajo que tienen a veces que realizar y sobre todo, porque la necesidad de trabajar en este ramo decide a infinidad de mujeres a someterse a las condiciones desventajosas en que se hallan, tanto en los talleres como en el trabajo llevado a domicilio.
Son pocas las casas de comercio que tienen sus talleres de confección en condiciones de ley; he visto algunos en los cuales, en caso de incendio, sería muy difícil salvar una siquiera de las cien obreras que ocupa.
En una habitación, cuya capacidad calculé a simple vista en 144 metros cúbicos a lo sumo, he visitado un taller de confección donde 30 obreras trabajaban cual enjambre, entre montones de telas y encajes, en los cuales, algunas, bien puede que dejasen el germen de las afecciones adquiridas en ese ambiente maligno sin luz ni aire suficiente y donde había dos de ellas planchando las costuras con planchas provistas de fuego por dentro.
El descanso de dos horas para las obreras que trabajan de mañana y tarde es general en verano; pero en invierno he observado que ha sido de hora y media en muchas partes, alegando que así se evitaba la salida nocturna, cuando lo justo fuera rebajar la jornada para evitarlo.
Todavía hay casas de comercio que giran millones y que tienen el agua para las obreras en baldes de latón a la intemperie, expuestos a recoger polvos sucios o deletéreos (he visto depósitos de agua en cuya superficie estaba formada una capa de tierra de casi un milímetro de espesor); y hay también de esas casas en que los water closets se pueden sentir en todo el recinto de los talleres, mientras que un gran confort se nota en el local de ventas, donde la elegante clientela no sospechará siquiera que allá arriba, muy arriba, adonde se sube por peligrosas escaleritas, las pobres obreras, que ejecutan los primores que ella paga muy caros, sufren muchas cosas que no debieran ignorarse.
Fuente: Boletin del Departamento Nacional del Trabajo 1908 (7)
La más viva impresión recibida en estas visitas, por mí hechas, es la ocasionada por las malas condiciones de higiene y seguridad en que se hallan en general los talleres de confección, sobre todo los del centro de la capital, existiendo, con violación de la ley, haste de ambos sexos en la sección de trajes de sastre para señoras.
El gremio de costureras pasa por una situación angustiosa, debido a lo exiguo de la retribución que reciben, las largas jornadas a que estan sujetas en ciertas ocasiones y épocas, a lo fatigoso de la clase de trabajo que tienen a veces que realizar y sobre todo, porque la necesidad de trabajar en este ramo decide a infinidad de mujeres a someterse a las condiciones desventajosas en que se hallan, tanto en los talleres como en el trabajo llevado a domicilio.
Son pocas las casas de comercio que tienen sus talleres de confección en condiciones de ley; he visto algunos en los cuales, en caso de incendio, sería muy difícil salvar una siquiera de las cien obreras que ocupa.
En una habitación, cuya capacidad calculé a simple vista en 144 metros cúbicos a lo sumo, he visitado un taller de confección donde 30 obreras trabajaban cual enjambre, entre montones de telas y encajes, en los cuales, algunas, bien puede que dejasen el germen de las afecciones adquiridas en ese ambiente maligno sin luz ni aire suficiente y donde había dos de ellas planchando las costuras con planchas provistas de fuego por dentro.
El descanso de dos horas para las obreras que trabajan de mañana y tarde es general en verano; pero en invierno he observado que ha sido de hora y media en muchas partes, alegando que así se evitaba la salida nocturna, cuando lo justo fuera rebajar la jornada para evitarlo.
Todavía hay casas de comercio que giran millones y que tienen el agua para las obreras en baldes de latón a la intemperie, expuestos a recoger polvos sucios o deletéreos (he visto depósitos de agua en cuya superficie estaba formada una capa de tierra de casi un milímetro de espesor); y hay también de esas casas en que los water closets se pueden sentir en todo el recinto de los talleres, mientras que un gran confort se nota en el local de ventas, donde la elegante clientela no sospechará siquiera que allá arriba, muy arriba, adonde se sube por peligrosas escaleritas, las pobres obreras, que ejecutan los primores que ella paga muy caros, sufren muchas cosas que no debieran ignorarse.
Fuente: Boletin del Departamento Nacional del Trabajo 1908 (7)
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