La escuela de Salerno no formaba parte de un monasterio y, en toda la Europa cristiana, fue probablemente el primer centro de enseñanza no eclesiástico. Y allí, en aquella pequeña ciudad a orillas del mar, conocida de los romanos como un balneario, persistían, a pesar de la caída del Imperio Romano, unas chispas de la medicina griega y romana; chispas apenas si daban luz pero que, exactamente cuando las cruzadas emprendían la marcha, fueron reanimadas hasta despedir una llama que apenas si daba calor, por un hombre que se llamaba Constantino de Africa.
[Fuente: Haggard, H. (1941) El médico en la historia]
No hay comentarios:
Publicar un comentario