jueves, 3 de junio de 2010

Los rayos X

El descubridor de los rayos X no fue un médico sino un físico; ya que en los últimos años la medicina se había unido de un modo inseparable a los progresos que hacía la física, la química y puede decirse que todas las ramas de la ciencia. Apenas la ciencia hacía un descubrimiento, inmediatamente el médico se apoderaba de él tratando de ver cómo podría aplicarlo al diagnóstico, al tratamiento o a la terapéutica preventiva.
Roentgen era profesor, en el departamento de física, de la Universidad de Würzburg, en Alemania; y se dedicaba a experimentar con descargas eléctricas de un cable de inducción a través de un tubo llamado de Crookes. Cuando la descarga eléctrica había pasado, el tubo se encendía dando una luz verde amarillenta y si se ponía a esta luz un papel revestido de ciertas sales metálicas, este revestimiento brillaba con una fosforescencia extraña.
El 18 de noviembre de 1895, estaba Roentgen trabajando en su laboratorio, cuyas luces había apagado, y por casualidad se le ocurrió cubrir el tubo de Crookes con un papel negro para que no hubiera luz alguna y; una vez el tubo bien cubierto, produjo la descarga eléctrica; todo estaba a oscuras, mas el papel revestido, que estaba sobre la mesa, se iluminó con una luz fantasmagórica, brillando con la misma intensidad con que brillaba antes de que el tubo estuviera recubierto del papel negro. Roentgen tomó el papel y le dio vuelta de modo que la parte revestida estuviera debajo y, continuó brillando, como si un rayo invisible brillara a través del papel; puso un pedazo de metal sobre el papel y se produjo la sombra, puso después sus manos, haciendo pantalla sobre el papel, y vio lo que nadie había visto jamás; o sea las sombras de los huesos de sus manos. Los rayos invisibles, que encendían el papel, pasaban a través de la carne humana y, lo que era aún más, estos mismos rayos afectaban la película fotográfica y así era posible sacar fotografías de los huesos y de estructuras debajo de la superficie de la piel.
A principios de enero de 1896, Roentgen comunicó en Wurzburg, a un grupo de científicos, su descubrimiento de lo que él llamaba el rayo X. Pero antes de esto ya su secreto había llegado al público y se daban descripciones del fenómeno en todos los periódicos del mundo; pero debido a la inexactitud de tales descripciones el lector se había formado un concepto confuso de los nuevos rayos. Se creía que se podían usar en cualquier parte y a cualquier hora e inmediatamente un comerciante inglés se puso a anunciar telas a prueba de rayos X para las damas recatadas. En el estado de Nueva Jersey se publicó una ley prohibiendo el uso de rayos X en los gemelos de teatro; y un profesor de una universidad de Nueva York habló de usar los rayos X para penetrar las cabezas duras de los estudiantes obtusos y así proyectarles inteligencia dentro de sus cerebros.
[Fuente: Haggard, H. (1941) El médico en la historia]

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