jueves, 20 de mayo de 2010

Harvey

Harvey murió en 1657, cuatro años antes de que fuera posible a la humanidad conocer la respuesta al dilema que probablemente lo preocupó durante toda su vida. ¿Cómo pasaba la sangre de las arterias a las venas? ¿Cómo atravesaba los pulmones?
El médico italiano Marcelo Malpigio fue el que descifró el enigma. También él hizo uso del método de observación, pero él tenía a mano un nuevo instrumento: el microscopio que Galileo había inventado.
Incluso bajo los lentes del microscopio rudimentario de aquel entonces abríase para los médicos un campo de estudio completamente nuevo. Los tejidos del organismo estaban formados de estructuras definidas, de gran importancia, invisibles sin el microscopio.
En el año 1661, Malpigio, catedrático entonces de la Universidad de Bolonia, comunicó que en los pulmones y los intestinos de la rana había sido visto vasos sanguíneos minúsculos, tan minúsculos que no podían verse sin la ayuda del microscopio, que unían a las arterias y las venas y que, en animales vivos, veía cómo la sangre se movía dentro de esos vasos capilares, pasando de las arterias a las venas.
Harvey, Servet y Malpigio, dieron a conocer los hechos más importantes acerca de la circulación de la sangre; y desde su tiempo no se han añadido a su obra más que detalles.
[Fuente: Haggard, H. (1941) El médico en la historia]

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