martes, 9 de diciembre de 2008

Marginación indígena en el sur (12)

La tribu de Pinthen (continuación)

Con el designio de dar una idea al lector de los servicios que han prestado a aquella frontera el señor Roca y la guardia nacional de Junín y de lo caro que pagaba Pinthen su arrojo, vamos a recordar algunos hechos capitales de sus campañas.
En 1872 invadieron Junín 45 indios. El coronel Borges, jefe de la frontera, se lanzó sobre la rastrillada con su escolta y 40 guardias nacionales de Junín al mando de don Ataliva Roca; y a las 30 leguas de marcha, a la madrugada descubrieron a los indios en el paraje denominado Paso del Mono. La tropa había galopado sin cesar catorce horas; pero el escuadrón de Junín, salió de vanguardia, cargando a fondo a los salvajes, aunque éstos eran más numerosos.
Los indios de Pinthen hicieron alto y echaron pie a tierra, trabándose una lucha cuerpo a cuerpo, en la cual murieron 35 indios, escapando apenas 10.
En 1874 mil indios, entre ellos los de Pinthen, habían invadido al oeste amagando seriamente la campaña. El coronel Borges se hallaba en Junín sin un soldado y convocó a la guardia nacional que en pocas horas formó un número de noventa voluntarios.
El malogrado coronel Borges, jefe tan experto como valiente en el campo de batalla, arengó a la guardia nacional de Junín, que con mayor entusiasmo se aprestó a abrirse paso a través de la selva de chuzas que la amenazaban.
Dividida en cuatro grupos cargó con tanto denuedo y tan súbitamente sobre el enemigo que éste, convencido de que era agredido por fuerzas superiores, cedió el campo al grupo de valientes conducidos por el coronel Borges. La campaña se había salvado del flagelo que la amenazaba.
En 1876 volvió Pinthen a invadir Junín y logró hacer un arreo de 8000 animales, que iba sacando impunemente, pues había burlado la vigilancia de las fuerzas de línea; pero el comandante Roca, con la guardia nacional a sus órdenes marchó cuarenta leguas como un rayo, para encontrar al bárbaro cacique y lo halló felizmente batiéndolo por completo. Pinthen abandonó el arreo, cuatro cautivos y dejó cuarenta muertos en el campo de batalla.
Pinthén había nacido en Carhué y heredado de su padre el valor y el gobierno de la familia, que le sirvió de base para fundar su tribu.
-¿Por qué te separaste de Callvucurá?, le dije en su prisión.
-Porque yo soy indio argentino, dijo, y Callvucurá es borogano de Chile, usurpador de nuestra tierra.


Fuente: Zeballos, E.S. (1878) La conquista de quince mil leguas.

El malogrado y valiente coronel Borges del que habla Zeballos es el abuelo de Jorge Luis Borges:

Alusión a la muerte del Coronel Francisco Borges (1833-74)

Lo dejo en el caballo, en esa hora
Crepuscular en que buscó la muerte;
Que de todas las horas de su suerte
Esta perdure, amarga y vencedora.
Avanza por el campo la blancura
Del caballo y del poncho. La paciente
Muerte acecha en los rifles. Tristemente
Francisco Borges va por la llanura.
Esto que lo cercaba, la metralla,
Esto que ve, la pampa desmedida,
Es lo que vió y oyó toda la vida.
Está en lo cotidiano, en la batalla.
Alto lo dejo en su épico universo
Y casi no tocado por el verso.

Fuente: Borges, J.L. (1960). El Hacedor
Junin

Soy, pero soy también el otro, el muerto,
El otro de mi sangre y de mi nombre;
Soy un vago señor y soy el hombre,
Que detuvo las lanzas del desierto.
Vuelvo a Junín, donde no estuve nunca,
A tu Junín, abuelo Borges. ¿Me oyes,
Sombra o ceniza última, o desoyes
En tu sueño de bronce esta voz trunca?
Acaso buscas por mis vanos ojos
El épico Junín de tus soldados,
El árbol que plantaste, los cercados
Y en el confín la tribu y los despojos.
Te imagino severo, un poco triste.
Quién me dirá cómo eras y quién fuiste.

Fuente: Borges, J.L. (1964). El otro, el mismo.

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