Los anhelos políticos han llegado a hacerse tener en cuenta en Peterhoff, refugiándose bajo el pabellón de la cuestión económica. Para andar este camino, la huelga ha tenido que recorrer toda la gama de sus resistencias; ha habido huelgas de mineros, de profesores, de estudiantes, de obreros de arsenal, de abogados, de ferroviarios y de telegrafistas y empleados de correos. Esta última, que, empezando por San Petersburgo y Moscú, se extendió a la gran mayoría de las ciudades del imperio, llegó en un momento a aislar casi por completo a Rusia del resto del mundo. Ninguna otra podía en efecto, tener más graves inconvenientes en la medida de lo posible. Los telegrafistas militares aseguraron, bien que mal, a poco de iniciada la huelga, el servicio de los aparatos telegráficos. Para cumplir las funciones más faciles del servicio de correos -el reparto de las cartas, la confección de los pliegos,- se encontró recurso en la aplicación a esas tareas de los "garodovois", agentes municipales y de los "dvorniks", o conserjes, que están también bajo la dependencia de la policía.
Fuente: Caras y caretas 1906 9(382)
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