lunes, 21 de enero de 2019

Tabernas grotescas de París

En París por 1906 existía la Taberna de la muerte, también conocida por Taberna de la nada, donde los parroquianos se sientan alrededor de mesas en forma de ataúdes cerrados que se alinean en un salón adornados con paños negros, emblemas fúnebres y esqueletos iluminados por lámparas de huesos humanos, los mozos visten libreas de enterradores y mediante una ingeniosa combinación de espejos se asiste al proceso de disolución de un individuo cualquiera que se presta a ello, metiéndose en un ataud donde se le ve palidecer, agonizar, podrirse, convertirse en esqueleto, y reducirse a un monton de polvo mientras los concurrentes beben chopp en silencio.
Había otras dos tabernas extravagantes El cielo y El infierno.
La puerta de El infierno es una bocaza monstruosa, cuya puerta superior aparece armada de blancos y agudísimos dientes. Ante el espantable mascarón, un individuo rabilargo y cornudo y vestido de rojo, gesticula ante los transeuntes.


El local era una especie de vasta caverna rectangular, en cuyas paredes grietosas, formadas por grandes y desiguales peñascos, se retuercen trasgos, serpientes, endriagos y otras disparatadas figuras. Los camareros, disfrazados de demonios, embroman y tutean a los parroquianos, convirtiéndoles en blanco de las más groseras chanzas, pues es cosa convenida que alli nadie debe defenderse por nada. Dentro de un caldero rodeado al parecer de llamas que producen sangriento resplandor, hay un piano, y varios diablos sirven bebidas.



La Taberna del cielo es muy diferente, parece una capilla, los colores claros imperan, los mozos arrastran albas vestiduras sacerdotales, y rubias pelucas ceñidas por coronas de laurel, hablan en voz baja, sus ademanes son suaves; los consumidores, sentados alrededor de una larga mesa blanca, escuchan un concierto de violines y arpas; un individuo, gordo y apacible, les dirige palabras dulces de bienvenida, ponderando los placeres que allí les esperan ...




Fuente: Caras y caretas 1906 9(378)

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