Naturalmente que ninguna de estas cosas trascienden al exterior, porque sino Pellegrini que se pirra por andar contando en los Estados Unidos bellezas de la tierra, sin omitir las alegres verdades de nuestro sistema electoral, se habría tentado de irle con el cuento a Roosevelt, lo que hubiera sido sencillamente una verguenza.
Pero el patriotismo puede estar tranquilo. El brioso autonomista en su reciente gira por la Casa Blanca no ha mencionado para nada el quid pro quo, limitándose a aparecer ante los asombrados ojos del vencedor de Parker, como una excelente persona sudamericana, lo que se ha llevado el regocijo a la guardia vieja del Jockey Club.
En el curso dela conversación, Mr. Roosevelt, que ya le había dicho: "¡Pero qué bien habla usted el inglés!" y no lo perdía de vista, se fijó de pronto en el exagerado desarrollo del puño de su interlocutor, y no pudo contenerse:
-My dear, estoy maravillado de los progresos de la Argentina, jamás pude suponer que allá tuvieran una muñeca como la suya!
Esta frase, transmitida que fue al "conspirateur" por el cable de su policia secreta, le hizo tirar piedras, llegando hasta resolver que si todo el mundo se ponía a fastidiarlo iba a concluir por no reformar la constitución. ¡Figúrense ustedes!
Lo bueno es que horas más tarde hablando de las ocurrencias de los opositores sobre las famosas incompatibilidades de algunos miembros de la convención, no halló mal que Maneco De María, dijera:
-¿Que no puedo ser convencional y empleado?¡Pero es que soy un empleado convencional!
Fuente: Caras y caretas 1904 7(320)
Libreto: C. Correa Luna
Ilustrador: J. Alonso
No hay comentarios:
Publicar un comentario