El general Mitre tiene la fortuna de ostentar en la puerta de su casa, a un criollo tan fiel y tan admirador, que cuando gritan ¡Viva Mitre! se da vuelta para saludar. El bueno de Mansilla en su cariño por el prócer, se ha aprendido de memoria las historias de San Martín y de Belgrano, pero no paran aquí los entusiasmos del ilustre cancerbero, sino que apenas se entera de que al general le duele la cabeza, ya está tomando el sellos de antipirina.
En una ocasión, unos caballeros querían ver al general Mitre para hacerle una consulta histórica, Mansilla se cuadra delante de ellos y les dice: ¿Con que ustedes querían ver al general? ¿eh?¿Y para qué?
-Para consultarle sobre estos papeles,-contestaron los interesados. A Mansilla se le nubló la vista, ante tanta osadía y llevándose la diestra a la frente contestó: ¡Papeles!¡Estamos hasta aquí de papeles! y los largó hasta mejor ocasión.
Fuente: Caras y caretas 1904 7(319)
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