Haciendo a un lado las empresas fúnebres, con toda su corte de
empleados, y cocheros de librea, haciendo a un lado los clérigos
adscriptos a las capillas de los cementerios, los oficinistas de ellos,
los porteros y ordenanzas; todavía queda un buen número de profesionales
que se cabulean el diario pucherete, andando entre las verjas, nichos y
panteones de la chacarita. Los decoradores de verjas, floristas,
pintores de epitafios, marmolistas y lapidarios, constructores de
nichos, enterradores, jardineros ... y por último el que echa o dice
responsos: un italiano de cabellos blancos, petizón y regordete, que
sigue a todos los cortejos para espetarle unos latinajos, mientras dejan
caer el féretro en la fosa. Concluída la ceremonia, alarga la rugosa
mano, la zambulle en uno de los profundosbolsillos de su gabán, y
fumando tranquilamente su cachimbo, se aleja despacito, apoyándose en su
garrote nudoso en espera de otro cortejo y otro muerto a quien otro
espiche.
Fuente: Caras y caretas 1904 783189
No hay comentarios:
Publicar un comentario