domingo, 19 de febrero de 2012

Leyendas de Ecuador

El origen de las ovejas y del perro


Cuentan que hace mucho tiempo, viendo Taita Dios que todas las gentes andaban desnudas, les llamó y les ordenó que se cubrieran con algo, que no anduvieran desnudas, por que eso no está bien.
Las gentes le contestaron que no tenían con qué cubrirse y que por eso andaban desnudas.
Entonces Taita Dios les dijo que les iba a mandar unos animalitos para que de ellos sacaran la lana, la hilaran y tejieran, se hicieran unos vestidos y no anduvieran desnudas.
Es así como al siguiente día aparecieron las ovejas. Las gentes construyeron de inmediato un corral para guardarlas durante la noche. Durante el día las llevaban a pastar por las lomas y por las quebradas. Las ovejas fueron multiplicándose rápidamente.
Conforme les había ordenado Taita Dios, cuando llegó el momento, cortaron la lana de las ovejas, aprendieron a hilar y tejieronlas primeras telas más o menos en la misma forma en que hasta hoy los indios tejen las esteras. Con estas telas confeccionaron vestidos y cubrieron sus cuerpos para no andar desnudas y disgustar a Taita Dios.
El lugar donde vivían estas gentes quedaba cerca de un monte. Como allí la hierba era abundante y tierna, pronto se convirtió en el lugar preferido para pastar a las ovejas. Pero sucedió que casi todos los días que volvía el rebaño del monte al corral, faltaba por lo menos una oveja. Temerosos de que si las cosas continuaban así no tardarían en quedarse sin un solo animal, se quejaron a Taita Dios. Le dijeron que alguien en el monte se estaba comiendo a las ovejas y que si llegaban a extinguirse les faltaría la lana y tendrían que volver a andar desnudos. Taita Dios les informó que el que estaba comiéndose las ovejas era el lobo y que al siguiente día él les mandaría al enemigo del lobo.
Fue así como al siguiente día apareció el perro. Desde entonces las gentes pudieron vivir tranquilas porque el perro fue el fiel guardián de las ovejas y el enemigo encarnizado del lobo.



Fuente: Buitrón, A. Leyendas y supersticiones indígenas de Otávalo, Ecuador. En: América indígena 1966 26(1)

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