martes, 18 de octubre de 2011

El dios supremo para los indígenas americanos

La curiosa mezcla de sublimidad y comicidad que hemos señalado en los mitos del Héroe civilizador, se observa más particularmente en el mito de Dohitt, tal como fue contado a Nordenskiold (1) por los indios Mosetene, de Bolivia oriental.
"Despues de haber creado la tierra y los hombres Dohitt subió por una escalera al cielo; una vez arriba se encerró cuidadosamente y así su compañero Keri, el Cóndor blanco. "¿Cómo vamos a bajar si todo está tan bien cerrado?" En seguida Dohitt buscó un claro y los dos comenzaron a hacer un hoyo; cavaron mucho tiempo a través de la bóveda celeste y al fin chocaron con una piedra. Dohitt se sentó y lloró, porque la tarea era muy dura. Se pusieron de nuevo a trabajar y por fin vieron la tierra debajo de ellos. "¿Cómo vamos a descender?" pensaba Dohitt. Tomó mocos medio secos de su nariz y arrollándolos con las manos hizo una cuerda que unía al cielo con la tierra. Dohitt se dejó deslizar hasta abajo, pero cuando Keri le siguió la cuerda se rompió, cayó a tierra y se partió en pedazos.
En la tierra los hombres estaban pescando con trampas las cuales estaban ya llenas de peces. Dohitt arrojó al agua la cabeza de Keri, transformándola en una nueva especie de pescado. Dohitt tenía hambre y fue a pedir comida a los hombres, pero aunque estos tenían pescado en abundancia. Más lejos, los hombres estaban ya dispuestos a darle alimento, pero fueron las mujeres quienes entonces se opusieron. Dohitt continuó sus errantes correrías, sin lograr que en ningún lugar le dieran de comer. Entonces trasformó a los hombres en buitres, hormigas y otros animales.
Dohitt continuó sus viajes y llegó a las chozas de los monos rojos que en aquellos tiempos eran hombres, y los encontró preparados para pintar de rojo sus túnicas. "¿Qué haceis?", les preguntó Dohitt: "pintamos nuestras túnicas" contestaron los monos. "Me voy" dijo Dohitt, y los monos respondieron "Bien". Cuando Dohitt se hubo alejado un poco, gritó preguntando: "¿En qué os ocupáis?" "Pintamos nuestras túnicas (Tipoys)" contestaron los monos ya irritados. Dohitt siguió marchando, pero preguntó todavía: "¿Qué hacéis?" "¿Es que no lo has oído?", contestaron los monos ya totalmente encolerizados, "pintamos nuestras túnicas". Entonces Dohitt transformó a estos hombres en monos rojos; y se comió uno que mató con su flecha; y arrancó sus pelos, todos los cuales fueron convertidos en monos que se esparcieron por todos lados y treparon a los arboles.
Dohitt continuó sus viajes y llegó a las chozas de hombres que estaban pintando sus túnicas en negro; fueron convertidos en monos negros por los mismos motivos que lo hizo antes con los monos rojos. De este modo Dohitt siguió viajando, transformando en pájaros, monos y ardillas a cuantos encontraba en su camino. Incluso convirtió en pájaro una de sus flechas que se quedó enganchada en la copa de un arbol.
Habiéndose encontrado con los pájaros kena, Dohitt tuvo deseos de volar con ellos; pidió prestada una pluma a cada uno y se las ató en las espaldas, pero no consiguió volar. Los pájaros le dieron más plumas y solo entonces le fue posible elevarse en el aire; voló junto con los kena, pero estos le atacaron quitándole las plumas que le habían dado y entonces Dohitt cayó sobre la copa de un arbol el cual se puso a crecer tanto que Dohitt no pudo descender a tierra. Entonces el héroe civilizador se hizo muy pequeño y montó sobre el dorso de una oruga que le bajó hacia el suelo, pero al llegar a cierta distancia la oruga le dejó caer y Dohitt quedó enganchado a una espina.
Dohitt pidió ayuda al jaguar y luego a los gatos salvajes, pero estos no pudieron librarle y siguió colgado hasta el momento en que un pequeño felino, el taratara, lo sacó del apuro.
Dohitt siguió su vida vagabunda, llegando a una aldea muy poblada en la que había un hechicero que jugaba con su carraca y estaba sentado sobre una serpiente. Dohitt aprovechó un momento en que el mago se alejó, para ocupar su lugar sobre la serpiente. El mago, a modo de juego, empaló a Dohitt con un bastón, y cada vez que se movía la tierra temblaba y oscilaba; finalmente el mago lo clavó en el suelo y desde entonces no hubo ya más temblores de tierra.
Dohitt dio entonces al hechicero un pequeño cesto lleno de agua; pero el cesto creció y creció, y su peso fue enorme. El mago y las gentes de la aldea transportaron esta agua a lejanas regiones donde tienen su origen los ríos; antes no había ríos sino unicamente cauces secos. En el camino los hombres que se fatigaron quedaron convertidos engrandes piedras. Solo el mago llegó hasta el fin y allí creó dos grandes ríos. Cuando truena es que Dohitt dice al mago de verter aún más agua y el mago le contesta desde lo alto.
Un personaje misterioso, Sonyo, estaba buscando a Dohitt; en el primer lugar donde preguntó por él, éste había plantado maíz que estaba ya maduro.; en el segundo lugar donde volvió a preguntar por Dohitt, este había plantado mandioca que maduró en seguida que se fue. Lo mismo ocurrió con todas las otras plantas cultivadas (2).


(1) Nordenskiold, Erland. Forschungen und Abenteuer in Sudamerika. Stuttgart, 1924, pp.139-43.
(2) Cieza de León, Pedro. Segunda parte de la Crónica del Perú (Biblioteca hispano-ultramarina. Madrid, 1880; p. 6)


Fuente: Metraux, A. El dios supremo, los creadores y héroes culturales en la mitología sudamericana. En: América indígena 1946 6(1)

No hay comentarios: