Según me han dicho en los establecimientos que he visitado, las mujeres no trabajan en la industria, ni siquiera en el cosido de las bolsas, como sucede en Tucumán, hecho que no he podido constatar porque mi visita la hice cuando aún no habían dado comienzo a la zafra.
Respecto a los menores, el único dato que tengo es el relativo al ingenio La Esperanza, en donde trabajan 49 menores de 14 años y 37 de esa edad a 16 años, en total 86. Esos menores están sujetos a la misma jornada que los adultos, en trabajos de igual responsabilidad que la de aquellos.
Los industriales ignoran que hay una ley que proteje el trabajo de esos pequeños obreros y los gobiernos de la provincia donde se halla radicada la industria, nada han hecho de su parte a fin de dictar las medidas que hagan efectivas las prescripciones de la ley 5291, de acuerdo con las opiniones que predominaron en las Cámaras cuando se discutió el alcance que debían tener las disposiciones por ella establecidas.
Así pues, esos niños y muchos más han de continuar consumiendo su vida en una labor abrumadora como es la de fabricación del azúcar; sin que nadie vele por ellos, y contra toda la sana prédica que hoy se hace en pro de una raza laboriosa, fuerte y sana. Cierto es también que esa ley no se cumple aún en esta capital, de manera que, no es extraño que ella sea infringida en las provincias; pero bueno es decirlo, a fin de que algún día se cumpla.
[Fuete: Boletín del Departamento Nacional del Trabajo 1910 (14)]
Respecto a los menores, el único dato que tengo es el relativo al ingenio La Esperanza, en donde trabajan 49 menores de 14 años y 37 de esa edad a 16 años, en total 86. Esos menores están sujetos a la misma jornada que los adultos, en trabajos de igual responsabilidad que la de aquellos.
Los industriales ignoran que hay una ley que proteje el trabajo de esos pequeños obreros y los gobiernos de la provincia donde se halla radicada la industria, nada han hecho de su parte a fin de dictar las medidas que hagan efectivas las prescripciones de la ley 5291, de acuerdo con las opiniones que predominaron en las Cámaras cuando se discutió el alcance que debían tener las disposiciones por ella establecidas.
Así pues, esos niños y muchos más han de continuar consumiendo su vida en una labor abrumadora como es la de fabricación del azúcar; sin que nadie vele por ellos, y contra toda la sana prédica que hoy se hace en pro de una raza laboriosa, fuerte y sana. Cierto es también que esa ley no se cumple aún en esta capital, de manera que, no es extraño que ella sea infringida en las provincias; pero bueno es decirlo, a fin de que algún día se cumpla.
[Fuete: Boletín del Departamento Nacional del Trabajo 1910 (14)]
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