lunes, 11 de octubre de 2010

Adornos labiales entre los indigenas

En la América precolombina esta costumbre de incrustar un cuerpo extraño en el labio inferior y en el lóbulo de la oreja fue casi general, tanto entre los pueblos de civilización elevada como en familias y tribus de un nivel cultural mas bajo.
La costumbre de perforar el lóbulo de la oreja, el tabique nasal, los labios o las mejillas a fin de insertar en el orificio un trozo de madera, metal, piedra, una pluma o cualquier otro material, puso haber tenido en sus principios un sentido ritual o mágico, a menudo olvidado con el andar del tiempo hasta transformarse simplemente en una manera de embellecimiento facial: en una "moda".

No es posible separar el uso del barbote o adorno labial del uso de los botones auriculares. Sin embargo, hay pueblos que llevan estos últimos, pero desconocen el primero. Los antiguos mejicanos, los aztecas y demás pueblos centroamericanos, usaron magníficos adornos labiales, las famosas chalchihuitl, hechos con piedras duras de color verde.


Conocidas son las clásicas mirakita o muyrakitá de los jefes amazónicos, talladas también en piedras verdes de gran dureza y que constituyen verdaderas obras de arte. No es de extrañar, pues, la predilección que aún hoy sienten algunos indígenas del Brasil por esos minerales para labrar con ellos sus tembetá, predilección que les viene, a no dudarlo, por una larga tradición.



De todos los minerales de color verde, el más apreciado fue sin duda el feldespato o "amazonita". Pero no solamente piedras verdes han sido los materiales usados para la fabricación de estos adornos faciales. Piedras blancas, amarillas o azules gozan también del favor de los indígenas y son en alto grado notables de los tembetá y adornos de cuarzo, cuarcita, cristal de roca, disteno, etc.



Además de la piedra, la madera ha sido empleada con gran frecuencia, tanto en adornos labiales como para botones auriculares.
Mucho más fácil de labrar, no obstante, los adornos de madera, salvo escasas excepciones, no son muy trabajados y se presentan hechos con gran sencillez, por lo común a manera de simples discos o rodelas, algunas veces perforados y, a menudo, de grandes dimensiones.




Las maderas más corrientemente empleadas suelen ser blandas, livianas y porosas, por lo común muy blandas y reciben un tratamiento especial antes de ser trabajadas.
La resina de ciertos arboles fue de igual modo objeto de predilección para algunos pueblos, que modelaron con ella adornos labiales de caprichosas formas.





El hueso y la valva de molusco son empleados por ciertos pueblos y se prestan a ser trabajados facilmente, recibiendo formas muy peculiares.
No faltan tampoco barbotes modelados en arcilla o tierra cocida y, finalmente, el mismo metal llega a constituir un material propio para la fabricación de estos adminículos, sobre todo entre chiriguanos actuales, quienes embellecen su tembetá inscrustándoles cuentas de colores y a veces hasta piedras preciosas.




Para la mayoría de los pueblos que conocen el adorno labial, fue éste de uso casi exclusivamente masculino. Algunas tribus, sin embargo, extendieron también su uso a las mujeres; en este caso, el barbote femenino es más pequeño y más sencillo que el de los hombres. Los adornos auriculares, en cambio, parecen ser llevados indistintamente por hombres y mujeres, sin distinción de tamaño.




Fuente: Tabbush, B. Los adornos labiales y su difusión en América. En: Revista Geográfica Americana 1942 17(105)

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