El cómputo del tiempo fue un problema que trataron de resolver los pueblos más diversos de América valiéndose de las nociones astronómicas de algunas tribus nómades y de las más avanzadas de las que hacían vida sedentaria.
Varias tribus americanas sólo alcanzaron a tener un conocimiento rudimentario del ciclo anual e ignoraron, por lo tanto, el calendario. Tal es lo que aconteció con los iroqueses, quienes contaban los años por los inviernos, cuyo comienzo determinaban por la primera caída de nieve.
Los dakotas contaban los años por inviernos. Para referirse al año no tenían otro vocablo que el de "invierno". Representaban el ciclo anual por un círculo suspendido de una línea continua. Cuando querían referirse a varios años, los signos ideográficos anuales eran separados por segmentos regulares que trazaban de derecha a izquierda (véase la fig. 1,A). Los indios apaches contaban los días mediante circulillos que representaban el período diurno y rayitas que correspondían al lapso nocturno. De este modo, diseñaban guirnaldas que suspendían entre el Sol y la noche (fig. 1,B). Los ojibwas representaban al sol, la aurora, el medio día, el ocaso y la luna en la forma que queda indicada en el dibujo adjunto (fig. 1,C).
Entre las muchas pictografías descubiertas en el vasto territorio de Brasil, hay muchas que sugieren el cómputo cronológico. Tal es la significación obvia que se desprende de las lunas y de los grupos de veinte puntos que aparecen en la inscripción rupestre descubierta en Lages da Soledade (fig. 2).
Entre los kiowas de Oklahoma los inviernos denominados saígya, estan representados por una sola barra y los veremos por dos que se unen en forma de puente, simbolizando la ceremonia anual que realizan en dicha estanción que era llamada paígya. Cada mes del calendario kiowa era marcado por una luna creciente sobre la que se dibujada el acontecimiento que más había impresionado a la tribu. El primer mes del año era conocido como "la luna de los diez fríos". La nomenclatura de los restantes tenía el mismo pintoresco colorido. El nombre del último mes del año era "la luna cuando caen los cuernos de los ciervos". Conocían la primavera como la estación del "surgimiento de la hierba" (sónpáta) y el otoño (paóngya), solía ser llamado Aideñ-gyagúadal-omgya-i, o sea: "cuando las hojas son rojas". Entre los yaganes de Tierra del Fuego esa estación era nombrada casi del mismo modo: "el tiempo de las hojas rojizas".
El año incaido, es de difícil clasificación. Se sabe que primitivamente los meses eran determinados por las lunaciones, de aquí que se sirvieran del nombre "Quilla". Carecían de un nombre particular para cada dia, pero los agrupaban en ciclos de a nueve que correspondían a las diversas fases de la luna.
Entre los kiowas de Oklahoma los inviernos denominados saígya, estan representados por una sola barra y los veremos por dos que se unen en forma de puente, simbolizando la ceremonia anual que realizan en dicha estanción que era llamada paígya. Cada mes del calendario kiowa era marcado por una luna creciente sobre la que se dibujada el acontecimiento que más había impresionado a la tribu. El primer mes del año era conocido como "la luna de los diez fríos". La nomenclatura de los restantes tenía el mismo pintoresco colorido. El nombre del último mes del año era "la luna cuando caen los cuernos de los ciervos". Conocían la primavera como la estación del "surgimiento de la hierba" (sónpáta) y el otoño (paóngya), solía ser llamado Aideñ-gyagúadal-omgya-i, o sea: "cuando las hojas son rojas". Entre los yaganes de Tierra del Fuego esa estación era nombrada casi del mismo modo: "el tiempo de las hojas rojizas".
El año incaido, es de difícil clasificación. Se sabe que primitivamente los meses eran determinados por las lunaciones, de aquí que se sirvieran del nombre "Quilla". Carecían de un nombre particular para cada dia, pero los agrupaban en ciclos de a nueve que correspondían a las diversas fases de la luna.
Degún el Inca Garcilaso el cómputo del año realizábase de la siguiente manera: "Con toda su rusticidad alcanzaron los Incas que el movimiento del sol se acaba en un año, al cual llamaron Huata; y la misma palabra sin mutación alguna, es verbo y significa atar. Cintaron los meses por lunas y no por días y aunque dieron al año doce lunas, como el año solar excede al lunar en once días, no sabiendo ajustar el uno con el otro, tenían cuenta con el movimiento del sol por los solsticios, para ajustar el año y contarlo y no con las lunas. De esta manera dividían el uno del otro, rigiéndose por sus sembrados por el solar y no por el lunar. (Comentario Reales)
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