sábado, 7 de agosto de 2010

Un ciclón en el final del verano


Se ennegració el cielo a la una de la tarde, se descolgó una lluvia torrencial y sopló un ventarrón de mil demonios, que hizo zozobrar a un barco, destruyó un trozo de muralla de Recoleta, hirió a varias criaturas, hechó abajo galpones, y por último, derribó postes telefónicos en la calle Rivadavia, que cayendo sobre los alambres del eléctrico estuvieron a punto de producir graves desgracias.
Fuente: Caras y caretas 1904 7(283)

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