Fracasadas las tentativas hechas para coseguir que los alumnos de la Facultad de Derecho diesen exámen, a causa de haberse presentado algunos señores académicos acompañados de personas extrañas a la Facultad, que iban con el objeto de guardarles las espaldas, el cuerpo académico se vio en la dura necesidad de tomar medidas severas que no dieron ningún resultado.
Se volvió a citar a los alumnos que quisieran dar exámen, para que se proveyeran de una tarjeta, pero al enterarse de que iban a ser acompañados hasta las mesas por vigilantes, decidieron en masa no concurrir. Los académicos al saber la resolución tomada por los estudiantes, trataron de gestionar del P.E. las garantías necesarias para el funcionamiento de la Facultad, mientras corrían rumores de que el señor ministro de Instrucción Pública había sido instigador de los escándalos producidos anteriormente.
Una comisión de académicos se apersonó al general Roca a fin de solicitar el auxilio de la fuerza pública para que impusiese el orden dentro del establecimiento, pero el presidente se negó a autorizar la ostentación de fuerzas en la Facultad, en la convicción de que, lejos de garantir el orden, ello sería causa de cualquier suceso aun más lamentable que los anteriores, y quitando a la Facultad el poco prestigio que le quedaba.
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