sábado, 22 de mayo de 2010

Polvos de la simpatía

Otra de las supersticiones médicas del siglo diecisiete eran los maravillosos polvos de la simpatía, que explotaba Sir Kenelm Digby. Digby había sido, en diferentes ocasiones, estudiante en Oxford, embajador de Inglaterra, delegado en la Marina, partidario de Cromwell y cortesano de Jaime I, Carlos I y Carlos II; todo lo cual da una idea de su habilidad. Era un hombre activísimo lleno de proyectos extraordinarios que sabía presentar con argumentos siempre convincentes y dícese que precipitó la muerte de su mujer, tuberculosa y muy cruelmente tratada por él, ensayando en ella un remedio hecho de carne de víbora que iba a aumentar su belleza en gran manera.
Digby, después de haber viajado durante un tiempo por Europa había regresado a la corte del Rey Jaime I con un remedio maravilloso que eran los polvos de la simpatía. Jaime I se interesó muchísimo por este medicamento y pidió que le dijeran de qué sustancias se componía; ante lo cual Digby, con gran disgusto de su parte, no tuvo más remedio que divulgarlo y la sustancia misteriosa resultó ser sulfato de hierro, o sea vitriolo verde.
[Fuente: Haggard, H. (1941) El médico en la historia]

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