Los mayorales y conductores del tranvía Anglo Argentino se declaran en huelga, las causas que la motivaron fueron varias, pero la que colmó la medida fue la prohibición que les hizo la empresa, de que se asociaran; esta oposición los irritó y resolvieron declarar la huelga.
La intendencia salió en ayuda de la empresa y el ministro de Marina les facilitó mecánicos de los talleres del arsenal para que sirvieran de motormen. Además el gerente de la empresa pidió auxilio a la policía previendo que los tranvías que circulaban podían ser asaltados.
Los huelguistas pedían aumento de sueldo y ocho horas de trabajo, en vez de las diez que les exigían, la gerencia les respondió "que lo más que podía hacer era tratar en adelante de aumentar el jornal".
En vista a tal respuesta los huelguistas prometieron no volver al trabajo hasta tanto no se atienda sus reclamos, y sobre todo, hasta que se les deje libertad para agruparse en defensa de sus intereses.
El artículo concluye de esta manera:
"El trabajo embrutece, no hay duda, y cuanto menos se trabaja menos se embrutece uno. A eso vamos! A no embrutecernos"
Fuente: Caras y caretas 1903 6(269)
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