Del Cónsul General Gainer a Sir G. Ogilvie-ForbesViena, 11 de noviembre de 1938.Señor Encargado de Negocios:
Tengo el honor de informarle que las manifestaciones anti-semitas en Viena ocasionadas por el asesinato de Herr von Rath, Secretario de la Embajada Alemana en París, llegaron a tomar proporciones muy alarmantes en la noche del 9 del actual y durante todo el día 10.
2- La acción fue iniciada por las fuerzas de asalto austríacas, en su mayor parte de uniforme, y la policía, indudablemente, había recibido órdenes de no intervenir. Un gran número de tiendas y casas propiedad de judíos u ocupadas por éstos, fueron destrozadas y tuvieron lugar numerosas detenciones. Ayer por la mañana, los templos y las sinagogas judías fueron incendiadas en número considerable; el diario VOELKISCHER BEOBACHTER, especialmente, daba detalles de diez y nueve sinagogas por lo menos, que habían sido completamente destruídas por el fuego. Otra en la Leopoldgasse fue destruída por una bomba que hizo destrozos considerables en los edificios inmediatos. Todas las brigadas de bomberos de Viena estuvieron totalmente ocupadas, porque en algún momento pareció existir grave peligro de una conflagración seria y extensa que amenazaba propagarse a otros grandes núcleos de la ciudad.
La prensa se regocija abiertamente de estas manifestaciones y felicita al pueblo por el hecho de que los judíos "ya no pueden por más tiempo tramar complots contra el Estado, ocultos detrás de los servicios peligrosos".
4- Además de esta orgía de destrucción, todos los comercios judíos fueron obligados a cerrar y quizá no vuelvan a abrirse. En muchos casos las portadas de cristal y los escaparates fueron rotos y las tiendas saqueadas por el populacho. El Gauleiter Bürckel hizo lo posible por dar apariencia de legalidad a estas acciones anti -semitas y dió órdenes para que las casas de los judíos fuesen registradas en busca de armas o de literatura ilegal. En el curso de los registros se hicieron numerosas detenciones.
5- La inmediata consecuencia de tales manifestaciones fue que cientos de judíos hicieron colas mucho más largas que de costumbre a la puerta de este Consulado General; se preparaban a esperar toda la noche hasta que la oficina de pasaportes se abriera a la mañana siguiente. Fueron dispersados por la policía aquella tarde, y tres veces más antes de las 8.30 de la mañana del día 10. Todos los judíos varones fueron detenidos, dejando únicamente en libertad a las mujeres y a los niños. En el Consulado General de los Estados Unidos, las fuerzas de asalto empezaron a fustigar a la multitud con látigos, hasta que el Cónsul General de los Estados Unidos, incapaz de soportar tal espectáculo, insistió en la intervención de la policía, que le fue eventualmente concedida.
Fuente: Aspectos de la situación en Alemania, marzo 1938 - febrero 1939.
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