Las casas de juego, al no poder funcionar libremente en Buenos Aires, se trasladaron a Barracas al sur. Sus habitantes se sintieron invadidos por la cantidad de locales que se instalaron, de tal manera que casi la única actividad del barrio era el juego, por ello el vecindario resolvió solicitar a los poderes públicos medidas que supriman las casas de sport y los garitos en general. Para ello se reunieron en la municipalidad, además de los vecinos concurrieron también varias sociedades de la Boca y delegaciones de la capital. Allí estuvo Alfredo L. Palacios dando un discurso contra el juego.
Fuente: Caras y caretas 1902 5(215)
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