Habitan en la Patagonia los indios de otra nación más accesible todavía a la civilización por su índole pacífica y sus instintos humanitarios, nación que ya hemos recordado con el el nombre de Tehuelches. Munsters, que ha vivido con ellos, ha reunido interesantes datos sobre su vida y su conducta respecto a los blancos.
Entre el río Negro y el estrecho, dice Munsters, hay unos 500 guerreros sobre una población de 3000 almas más o menos.
Comparando el grado de civilización de los araucanos o aucas, de Manzanas, y de los tehuelches, Munsters acuerda el primer rango a los manzaneros, que cultivan la tierra sembrando cereales y se dedican a la explotación de las manzanas de que fabrican sus bebidas (pulcú). Los manzaneros son también más aguerridos que los tehuelches y son llamados hombres de guerra por estos.
La lengua de los patagones, llamada tsoneka, difiere completamente de la araucana; pero los indios poseen generalmente una y otra. Los tehuelches del sur y los tehuelches del norte hablan la misma lengua, diferenciándose, dice Munsters, en el acento, que es más dulce en los del sur.
Las armas de estos indios consisten en lanzas y revólveres o fusiles viejos. La lanza difiere completamente de la de los araucanos o pampas y solamente la usan para combatir a pie. Consiste en una caña de 10 pies de largo con una punta de 18 pulgadas. Es un arma formidable por la destreza con que los indios la esgrimen. Los tehuelches del norte tienen un arma de fuego por cada cuatro hombres; y han reemplazado con ella la temible bola perdida.
Fuente: Zeballos, E.S. (1878). La conquista de quince mil leguas.
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